domingo, 26 de enero de 2014

Viva Garibaldi




¡Qué inquietante resulta la posible ruptura de la unidad de Italia! Político hay en aquél país empeñado en tirar por la borda los afanes que culminaron en 1871 y volver a las andadas de una península desmembrada y parcelada. La Padania es el nombre que se ha puesto a esa fantasmagoría política en la que ya sueñan con crecer y desarrollarse políticos cucañeros como lo hacen los microbios en la sangre infectada.

Como cualquier otra nación, Italia no alcanzó su unidad ni se sacudió el absolutismo sino a costa de mucha sangre porque por allí anduvieron los austríacos sacudiendo estopa durante años hasta las grandes batallas de Magenta y Solferino que hicieron salir de naja a varios príncipes absolutistas. Radetzky, a quien hoy se recuerda por la marcha a él dedicada con la que se cierran los conciertos de Año nuevo, tuvo como misión en vida meter en cintura a los carbonarios que luchaban por el triunfo de la revolución. Allí estuvo pues Austria para defender el pasado y allí estuvo también el Papa y sus Estados para cortar las alas al pájaro de la libertad. Ocupaba entonces el solio Pío IX que empezó su
pontificado alentando ciertas reformas pero los acontecimientos le desbordarían de tal manera que hoy es recordado como el autor del Syllabus que condenó el liberalismo y cualquier forma de progreso.

Es el año 1871, en que se abre el Parlamento en Roma, cuando se da por conquistada la unidad de Italia. Todo este proceso tuvo entonces una grandísima influencia en España, que vivía los acontecimientos italianos como propios, en cierta manera como ocurría con los mismos italianos que también se miraban en España. Riego fue allí un héroe y nuestra Constitución del 12 un modelo. El personal de orden en España temblaba ante la sola invocación del nombre de Cavour y no digamos de Garibaldi y se hablaba del "mal llamado reino de Italia". El Padre Claret oró y oró para que el Santo Padre no fuera desalojado de sus Estados y lloró y lloró cuando las tropas entraron en Roma pulverizando así siglos de poder temporal de los Papas. Pero había españoles que se alegraban y hasta la moda se vio salpicada por los acontecimientos italianos pues los diputados progresistas acudían a la Carrera de san Jerónimo con unos chambergos conocidos entonces como "cavours".

La reina Isabel II recibió muchas veces las bendiciones apostólicas y el Santo Padre hubo de intervenir en varias ocasiones en los desarreglos matrimoniales de la Soberana sin conseguir grandes éxitos porque la Señora era aficionada a la bullanga y su Augusto marido hacía dengues con el personal masculino de la Real Casa. Así no había manera por lo que Pío IX tuvo que reconocer su impotencia para meter en vereda a tan fogosa Soberana y, aun reconociendo sus muchos pecados, le concedió la Rosa de Oro en febrero de 1868, "como prenda de celestial auxilio para que a Tu Majestad y a toda tu Real familia suceda todo lo fausto y saludable". Maravillosas dotes de presciencia de Su Santidad porque en septiembre se desató la revolución que la llevaría al exilio.

Cuando se reconoció el reino de Italia, la reina tembló mucho y se disculpó llorosa ante el Papa pero fue la determinación de O'Donnell la que consiguió acallar sus reales escrúpulos y las resistencias de toda la palaciega carcunda. El Papa excomulgó a diestro y siniestro, y solo encontró un lenitivo a su irritación en la declaración que de su infalibilidad hizo el Concilio Vaticano I.

Todo esto y lo que vino después demuestra que España e Italia siempre han estado muy pendientes la una de la otra como dos penínsulas bien avenidas que son, unidas a su manera ante el gran dios Mediterráneo. Casadas por lo marítimo, como si dijéramos. Por eso, ahora, causa tanta preocupación que un enredante en el Norte pretenda montar su propio chiringuito insolidario y bufo. ¿Y si algún Borbón inactivo pretende restaurar el reino de las dos Sicilias? ¿Y si al Papa se le ocurre reivindicar sus Estados y sus Ejércitos que no hace sino poco más de un siglo que desaparecieron?

La Historia es veleidosa pero no se olvide que desandarla es meter un puñal en el corazón del Progreso.

3 comentarios:

  1. -Pues no creas que no es interesante inventar una independencia, en vez de un ciudadano cualquiera te puede convertir en el más importante de tu trocito independiente y la verdad es muy tentador.
    -¿Por qué no lo hacemos?, al principio seremos pocos pero ya seremos los más importantes.
    -Me tienta mucho, no creas, empecemos inventando una bandera y un himno, eso siempre es importante.
    -Y luego lo de que nos roban y que viviremos mucho mejor.
    -No olvidando lo de los profundos sentimientos.
    -Sí, qué ilusión me hace.
    -A mi también.

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  2. Estimado miembro del Parlamento Europeo,

    Nos ha llegado la información de que el Parlamento Europeo está debatiendo una estrategia de la Unión Europea para proteger los derechos humanos de las personas Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales en Europa, que se votará esta semana.

    Pensamos que el papel de la Unión Europea es defender los derechos fundamentales. Necesitamos que la Unión Europea, y en particular el Parlamento Europeo, defienda nuestros derechos más básicos y en particular, los derechos de los colectivos más vulnerables, como el colectivo LGTB.

    ¿Cuál es su opinión al respecto?

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  3. Puede consultar mi página del Parlamento Europeo:
    http://www.europarl.europa.eu/meps/es/97170/Francisco_SOSA%20WAGNER_home.html

    o la página de UPyD Europa:
    http://weblogs.upyd.es/europa/

    para que vea las diversas iniciativas que he protagonizado en relación con el asunto que me plantea.

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